
Sin lugar a dudas, tumbarse por las noches delante de una chimenea con la familia, con un buen libro o con el perro es la máxima expresión del confort. Especialmente en otoño e invierno, cuando hace más frío, nos sentimos atraídos por el cálido y crepitante fuego.
Aunque la revise periódicamente, una chimenea se puede convertir en un peligro mortal.
Si el proceso de combustión (debido a un suministro de oxígeno insuficiente) no funciona correctamente, el monóxido de carbono generado permanece en la habitación. A pesar de que el número de muertos en Alemania de 10 personas al año es comparativamente reducido, en 2013 los deshollinadores detectaron en toda Alemania emisiones de gases en un rango muy perjudicial para la salud (con más de 1000 ppm/partes por millón) en unas 130 000 instalaciones de combustión de gas en hogares privados. Aunque los equipos afectados se deben reparar a corto plazo, resulta recomendable contar con una protección adicional, p. ej., un detector de CO.
Alemania: aprox. 10 muertos al año
Gran Bretaña: aprox. 40 muertos al año
España: 154 muertos en 2011
Bélgica: aprox. 150 muertos al año
Hungría: aprox. 50 muertos al año
Polonia: aprox. 150 muertos al año
Francia: aprox. 400 muertos al año
*Fuentes: National Health Service (Gran Bretaña), Bundesverband des Schornsteinfegerhandwerks Zentralinnungsverband (ZIV) (Alemania)
Una intoxicación por monóxido de carbono puede provocar la muerte en pocos minutos u horas. El gas se adhiere a los glóbulos rojos cien veces más rápido que el oxígeno. Los órganos vitales dejan de recibir oxígeno. Sin tratamiento, se produce la asfixia desde el interior.